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publicado el 20 de febrero de 2008

Pau Roig | El cuarto episodio de Masters of horror es la adaptación de un popular cómic terrorífico, obra del guionista Bruce Jones y del dibujante Bernie Wrightson, publicado por primera vez en el número 63 de la revista Creepy en julio de 1974, una truculenta y sobre el papel verdaderamente escalofriante mezcla de erotismo malsano y terror sangriento abierta a la postre a multitud de lecturas e interpretaciones. La perversa trama de “Jenifer” es, con toda probabilidad, la historia más contundente de la primera temporada de la serie, pero su translación en imágenes deja bastante que desear. Principalmente, por el nulo interés que su director, el italiano Dario Argento (nacido en 1940), parece haber depositado en ella: muy lejos del esquema rebuscado y confuso de sus más celebrados filmes de intriga y terror –Rojo oscuro (Profondo rosso, 1975), Suspiria (Id., 1977) e Inferno (Id., 1980)–, en “Jenifer” no hay intriga propiamente dicha ni tampoco ningún misterio que desvelar. Más bien al contrario, toda la historia se articula a partir de la mostración y muestra el descenso sin retorno al abismo de la locura del agente de policía Frank Spivey (Steven Weber, también guionista en solitario del capítulo) después de haber salvado de una muerte segura a una joven muchacha muda y desvalida con el rostro horriblemente deformado pero con un cuerpo terriblemente sensual. Obsesionado con ella, Frank la sacará del siniestro sanatorio dónde las autoridades la han recluido y la llevará a su casa, dónde no tardará en acostarse con ella y en descubrir, aunque sea demasiado tarde, su verdadera naturaleza: como si se tratara de una mantis religiosa, Jenifer despierta las pasiones más ocultas y confesables de los hombres y los engancha a través del sexo y acaba por devorar –tanto en el sentido literal como figurado y empezando por el gato de su familia– tanto su vida como la de las personas que los rodean, convirtiendo en este caso a Frank en cómplice de unas matanzas sangrientas motivadas por un terrible instinto de posesión y por unos celos incontrolables. Incapaz de abandonarla (y de dejar de hacer el amor con ella), el agente de policía decidirá entonces matarla, pero corriendo la misma suerte que el anterior compañero de Jenifer, acribillado a balazos por el propio Frank al principio del episodio. Argento ilustra un material tan proclive al exceso e incluso al ridículo de la peor manera posible, sin nervio ni crescendo narrativo de ninguna clase, y se limita a dejar que las tremendas curvas de Carrie Anne Fleming y que los sangrientos efectos especiales y de maquillaje de Howard Berger y Greg Nicotero lleven todo el peso de la función. Guionista en solitario del capítulo, Steven Weber interpreta sin el menor atisbo de credibilidad al agente de policía protagonista, con el que desgraciadamente resulta imposible identificarse de ninguna manera, y la banda sonora de Claudio Simonetti, exmiembro del grupo de rock sinfónico Goblin, copia incluso determinados pasajes de la banda sonora que Bernard Hermann compuso para Psicosis (Psycho, Alfred Hithcock, 1960). Así las cosas, “Jenifer” carece de vida propia, malogrando su potencial terrorífico y metafórico con un tratamiento y un desarrollo terriblemente cercano a los terrenos de la parodia involuntaria.

    D: Dario Argento G: Steven Weber, sobre el cómic homónimo de Bruce Jones y Bernie Wrightson F: Attila Szalay M: Claudio Simonetti D.P.: David Fischer E: Marshall Harvey A: Steven Weber (Frank Spivay), Carrie Anne Fleming (Jenifer), Brenda James (Ruby), Harris Allan (Pete). Emitido el 18 de noviembre de 2005.


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