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publicado el 4 de julio de 2008

El 18 de julio llegará a las pantallas españolas Soy un Cyborg (I'm a cyborg but that's OK) de Park Chan-Wook, director de la película de culto Old Boy. El filme se proyectó en la última edición del Festival de Cinema de Catalunya, Sitges 2007 donde consiguió el premio al mejor guión. Como en su día hicimos una reseña de la película y Park Chan-Wook se lo merece, la recuperamos para la ocasión:

Sueños cibernéticos

Sin renunciar a su sello ni a su arrolladora capacidad creativa, casi insultante para el común de los realizadores europeos y estadounidenses, Parck Chang-wook se reinventa a sí mismo en un filme que abandona los tonos sombríos de sus películas anteriores y abraza la comedia, satírica y furiosamente nihilista, pero comedia al fin y al cabo. I’m a Cyborg but that’s OK es una historia de amor entre una adolescente que se cree un robot sin sentimientos y un joven que llena sus vacío vital cometiendo pequeños hurtos. Todo esto en el marco, a veces opresivo, a veces hilarante, de una institución mental poblada por un delicioso surtido de 'freaks' que ponen nombre a las paranoias orientales más comunes.

Chang-wook se enfrenta a este peligroso 'cocktail' con soltura y mucho respeto y factura un hermoso filme que habla con aparente, sólo aparente, candidez acerca de misterios tan oscuros como la pérdida de un ser querido, el sentimiento de culpa, el lugar que ocupamos en el mundo y la fuerza reveladora de los sentimientos. El estilo es colorista, desacomplejado y bebe sin problemas tanto de iconos pop como de fuentes oníricas (el director reveló en la rueda de prensa del festival que algunas de las escenas más chocantes simplemente las soñó). Como ya es habitual en la obra de este autor, el filme juega a ponerse al límite de la pura paranoia visual y narrativa dejando en el espectador el regusto de un viaje a lo más lisérgico de su infancia. No obstante, el cambio de registro es ante todo un cambio de tono y un reenfoque de estilo. La historia que nos cuenta Parck Chang-wook nos sigue hablando, como el Old Boy o Simpathy for Lady Vengeance, de personajes solitarios y de cuentas pendientes, en este caso, de una adolescente que quiere vengarse de una sociedad que le ha quitado lo que más quiere, aunque en este caso vaya aderezada por una de las historias de amor más peculiares que haya dado la historia del cine. I’m a Cyborg consiguió el premio al mejor guión del festival, una decisión como mínimo sorprendente dado que la película destaca sobretodo por su tratamiento visual y su puesta en escena. Marta Torres


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