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publicado el 10 de noviembre de 2008

Humor grueso y belicoso

Lluís Rueda | En ocasiones, la valoración de un filme depende de factores tan poco científicos como las espectativas. Este cronista, les reconoce que aguardaba el estreno de Thropic Thunder con enorme entusiasmo y eso, quizá, ha sido un hándicap a la contra. Ben Stiller, para algunos el futuro y el presente de la comedia norteamericana, realizaba una declaración de intenciones reconociendo su admiración por Mel Brooks y los Monty Phyton. A mi criterio, ninguno de esos espléndidos referentes se dejan entrever en un filme como Tropic Thunder y, salvo la verborrea surreal y cierta crítica ramplona a la industria de Hollywood, la autocomplacencia se instala a lo largo de la cinta. Poco entrevemos de ácida transgresión en un producto que arranca con sólida fuerza y poco a poco se va diluyendo entre una serie de gags trillados y reiterativos. Al menos por el momento, Ben Stiller no será el nuevo Frank Tashlin, su cine no posee el acierto de un gran Harold Ramis (Multiplicity), es más, aunque ya nadie lo recuerde, Stiller es el hijo putativo de los hermanos Farrelly, de un humor carnavalesco y poco sutil directamente heredado de películas como Algo pasa con Mary (donde él era el protagonista).
Dicho esto, él filme resulta entretenido y puede arreglar una tarde de abulia, más por su simplicidad argumental y su aparatosa maquinaria (casi una película bélica de última generación) que por su discurso metalingüístico (lejos de joyas como El Show de Truman de Peter Weir). Tropic Thunder está más cerca de Top Secret o Scary Movie, que de cualquier otro producto, y cualquier lectura que intente ir más allá está fomentando un ejercicio de gratitud y simpatía meridianamente exagerado. Si tenemos a bien que el producto que tenemos entre las manos es una parodia de retazos ensamblados (con guiños a Platoon, Apocalypse Now y las películas post Vietnam de Chuck Norris) y la disfrazamos como tal, convendremos que la carcajada es sana y no nos pespunta el cerebro de coartadas intelectuales. Stiller muestra sus recursos como actor de comedia físico y versátil (gran gag el de ‘Jack el simple') y sobre todo se rodea se tres auténticos monstruos de la comedia: por orden de méritos y talento, Steve Coogan (Tristan Shandy), Robert Downey Jr. (Iron Man) y Joe Black (Rebobine, por favor); lástima que a Coogan se lo carguen al comienzo del filme… pero Downey Jr. y Joe Black están simplemente geniales en sus estereotipados, histriónicos y alucinados personajes.

Por lo demás un ramillete de cameos interesantes se pasean a lo largo del filme, entre ellos y como secundario de lujo un irreconocible y divertido Tom Cruise en un papel de productor chabacano, fascistoide y hortera que dice mucho del sentido del humor del actor, productor y cienciólogo.

Con todo esa reflexión cáustica sobre Hollywood se dibuja a carboncillo pero no acaba de cuajar en una viñeta creíble y con visos de verosimilitud, alcanzo a recordar que, en ese sentido, El juego de Hollywood del fallecido Robert Altman era muchísimo más certera.

Con todo Ben Stiller tiene nuestra bendición como espectadores siempre que no se salga ni un centímetro de lo que sabe hacer: parodias refrescantes y 'digets' de opereta con diálogos brillantes (para la ocasión con la estimable ayuda de Ethan Coen y Justin Theroux). Thropic Thunder va a ser un éxito y va a enmendar el coste de su monstrenca producción, pero, sin lugar a dudas, no va a perdurar como comedia de referencia.


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