publicado el 14 de noviembre de 2011
Pau Roig | Clara vencedora de la sección Casa Asia –nada extraño, de hecho, viendo el nivel más bien escaso del resto de propuestas–, The unjust se inscribe en la mejor línea del thriller contemporáneo de Corea del Sur, presentando incluso numerosos elementos en común con una de las mejores películas de la presente edición del festival, The yellow sea / Hwanghae (2010). A diferencia de la tenebrosa película de Na Hong-jin, el director Ryoo Seung-wan prima más el frenesí de la acción espectacular que la reflexión e incluso que la tragedia, aunque su visión del país asiático acaba resultando, si cabe, aún más turbulenta, prácticamente apocalíptica.
El ritmo no decae en ningún momento a lo largo de dos horas de proyección que ofrecen un panorama desolador sobre la corrupción que impera a todos los niveles de la sociedad coreana y en la que se ven envueltos, a veces a su pesar, tanto los funcionarios menos relevantes del cuerpo de policía como las más altas esferas jurídicas y políticas. No hay buenos ni malos en un retrato cruel de las miserias de las sociedad capitalista que sigue la investigación de una serie de brutales asesinatos cometidos presuntamente por un asesino en serie; a falta de pistas para poder atrapar al culpable y sin poder hacer frente a la asfixiante presión de los medios de comunicación, los responsables de la policía y del gobierno idearán una solución de emergencia: Choi Cheol-gi (Jeong-min Hwang) será el elegido para comandar una unidad encargada única y exclusivamente del caso, aunque la falta de resultados llevarán al capitán a urdir un plan para culpar de los crímenes a un desgraciado inocente. La sospechosa relación del policía con determinados miembros de la mafia del país, junto con la rocambolesca (falsa) resolución del caso motivará, sin embargo, el inicio de una investigación paralela dirigida con mano de hierro por un fiscal de oscuras intenciones, Joo-yang (Seung-beom Ryu). Todos los personajes de The unjust actúan con egoísmo y en beneficio propio, e incluso cuando alguno de ellos intenta o se propone hacer el Bien los resultados son igual de desastrosos o más: es el propio sistema el que empuja a todos ellos a una lucha a muerte por la supervivencia que no tiene otra razón de ser que su perpetuación. El guión de Park Hoon-jung dosifica a la perfección los numerosos giros imprevisibles y las constantes sorpresas de una trama de inusitada complejidad y desenlace terrible pero que en algunos (pocos) momentos adolece de un ritmo excesivamente atropellado: a veces cuesta asimilar todos los datos y todas las ideas que las vigorosas imágenes de la película disparan al público como ametralladoras.