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sitges 2013 - películas

publicado el 22 de noviembre de 2013

Posmodernidad y alevosía

Pau Roig | Resulta como mínimo curioso constatar cómo la influencia de bazofias del tamaño de Crepúsculo (Twilight, Catherine Hardwicke, 2008) y sus continuaciones, imitaciones y derivaciones se empieza a notar incluso en producciones pretendidamente serias y “adultas”, con perdón por la expresión, comprobar cómo los tics y los recursos más ñoños e irritantes de un determinado cine comercial destinado de forma exclusiva al consumo adolescente pueden llegar a contaminar una producción de mayores pretensiones artísticas como Kiss of the damned, desastroso debut en el largometraje de la hija de John Cassavetes y Gina Rowlands. Puede que tan ilustres antecedentes familiares pesen un tanto a la hora de valorar una producción que en otras condiciones quizá se hubiera estrenado directamente en televisión y en un pase de madrugada, aunque se constate a los cinco minutos de producción que Xan Cassavetes carece del talento de su progenitor y que su pretendidamente romántica y elevada recreación del mito vampírico no va más allá de un refrito de referentes estéticos trasnochados (ecos del peor softcore de la década de 1970 se dan de patadas con dejes del cine de autor de la misma época, sobretodo europeo). Kiss of the damned acumula así de forma desmañada lugares comunes, tópicos gastados y efectismos de qualité ya desde su propio argumento, como si a estas alturas de la partida la historia de amor imposible entre una vampira de más de cuatrocientos años de edad y un guionista en horas bajas capaz de cualquier cosa por amor interesara verdaderamente a alguien. La guionista y realizadora mira en todo momento por encima del hombro un género que parece considerar muy por debajo de sus cualidades y aptitudes artísticas –todo lo contrario que Neil Jordan en la reivindicable y mucho más honesta Byzantium (2012)–, naufragando de forma irremisible entre el experimento formal vacío de contenido y el drama trascendental con un desarrollo que pedía a gritos mayores dosis de ironía y humor negro y que necesitaba una pareja protagonista que no pareciera salida de un insípido anuncio de colonia.


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