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publicado el 1 de agosto de 2006

Pau Roig | WISHING STAIRS (YEOGO GOEDAM 3: YEOWOO GYEDAN, 2003) ES LA TERCERA ENTREGA de una de las series de películas de fantasmas más populares de Corea del Sur, iniciada por Park Ki-Hyung en 1998 con Yeogo geodam (Título internacional: Whispering corridors) y continuada por Tae-Yong Kim y Kyu-Dong Min en 1999 con Yeogo goedam 2 (Título internacional: Memento mori) [1]. Sin relación argumental directa, los títulos de esta exitosa saga presentan no obstante numerosos elementos en común, desde las referencias (más o menos) explícitas al lesbianismo hasta unas apariciones fantasmagóricas y un trabajo de puesta en escena que beben directamente del éxito más grande del cinema de terror oriental de finales de la década de 1990, The Ring (Ringu, Hideo Nakata, 1999), pasando por su ambientación en institutos y universidades (nada o muy poco que ver, en todo caso, con el llamado cine de terror adolescente estadounidense) y por la recurrente utilización de leyendas urbanas como detonante del giro sobrenatural de la historia (en este caso, la existencia de una escalera de veintiocho escalones que puede conceder cualquier deseo a la persona que al subirla cuente un escalón más, esto es, veintinueve).

El punto de partida de una trama con ciertos puntos de contacto con el clásico relato de W. W. Jacobs La pata de mono (1902) es el resultado de una especie de enfermiza y no correspondida relación amorosa a tres bandas: So-Hie (Park Han-Byeol) está enamorada de Ji-Seong (Song Ji-Hyo), pero ésta sólo la ve como una amiga, y Eom Hye-ju (Jo Ahn) está enamorada secretamente de So-Hie, y será precisamente ella la que pedirá el deseo más peligroso de todos: que So-Hie vuelva a su lado después de su suicidio, provocado, a su vez, por Ji-Seong (una caída nada accidental por unas escaleras dejará paralítica a So-Hie, y le impedirá participar en la final de un concurso de ballet que acabará ganando su hasta entonces amiga íntima). De una densidad emocional y física inédita en prácticamente todas las producciones norteamericanas del género pero con un tratamiento demasiado confuso y rebuscado, el filme cuenta con escenas sugerentes y un impecable acabado técnico y formal, pero se muestra incapaz de ir más allá de su condición de secuela y no escapa en ningún momento de unos patrones rígidamente establecidos que, la verdad, ya no sorprenden y que cada vez resultan más previsibles (el largo clímax final, por ejemplo, más propio de un delirante psycho-thriller que de un filme de terror sobrenatural).

  • [1]. La serie tendría aún una cuarta entrega, Yeogo geodam 4: Moksori (Títulos internacionales: Ghost voice / The voice), dirigida por Ik-hwan Choe en el 2005.

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