publicado el 12 de febrero de 2007
El festival de cine asiático de Mollet del Vallés ha cerrado una espléndida cuarta edición en la que han brillado películas como 'Paprika', de Satoshi Kon (elegida como mejor filme del certamen por el público) o 'The Unseeable', del impredecible director tailandés Wisit Sasanatieng, una hermosa elegía del cine gótico que, hasta la fecha, sólo ha podido disfrutarse en Europa en este pequeño festival cercano a Barcelona después de ser desestimada a última hora en el festival de Berlín.
En total, se han proyectado nueve largometrajes procedentes de China, Japón y Tailandia y una sesión de cortometrajes producidos por la Comisión de Derechos Humanos de Corea del Sur. Las películas eran en su mayoría recientes e inéditas en nuestro país, exceptuando Exiled y Paprika, que pudieron verse en la pasada edición del Festival de Cine Fantástico de Cataluña, y Hana, de Hirokazu Kore-eda, que se proyectó, con poca fortuna, en el pasado festival de San Sebastián.
De entrada, destaca de esta edición la gran calidad de las propuestas presentadas y un criterio de selección de filmes que prima el interés y la diversidad de estilos, autores y cinematografías. El resultado es una selección reducida, lo que en verdad se agradece y contrasta con el gigantismo al que tienden otras muestras; diversa y a la vez coherente con lo que ha dado de si la filmografía asiática en los últimos 18 meses.
Entre las propuestas de este año destacaban a priori las cintas procedentes de Tailandia, un país con una industria cinematográfica emergente, con dos producciones que tomaban elementos del cine de terror aunque desde presupuestos diferentes y con resultados claramente opuestos. Nos referimos a The Unseeable y 13 Beloved.
El jardín de los deseos
The Unseeable (Pen choo kab pee, 2006)
Wisit Sasanatieng
Tailandia
The Unseeable, del director tailandés Wisit Sasanatieng, ha resultado ser una agradable sorpresa gótica y a la vez un regalo para paladares exquisitos más acostumbrados a los sugerentes escarceos de Barbara Steele en Danza macabra de Antonio Margheriti que al terror urbano y tecnológico, pongamos, de The Ring. El filme es una ghost-story en toda regla capaz de beber de las fuentes de las tradicionales historias de fantasmas tailandesas (el mito de la mujer embarazada abandonada, que dio cuerpo a la leyenda de Nang Nak está muy presente en la película), y a la vez incorporar con naturalidad toda la tradición gótica europea, desde la literatura del siglo XIX hasta el cine del siglo XX, con sus fantasmas enamorados y sus negras pasiones reprimidas, secretos encerrados en baúles polvorientos, amas de llaves y mansiones oscuras.
Todo este universo de pasiones sugeridas y secretos, recuerdos, crueldad y tristeza, lo traslada Sasanatieng a los selváticos jardines de una lúgubre mansión tailandesa donde vive una misteriosa viuda, acompañada de una fría ama de llaves. La historia empieza con la llegada de Nuanjuan, una joven esposa embarazada que va en busca de su marido desaparecido. El ama de llaves la acoge en la mansión con la condición de que no se acerque a las dependencias de su dueña, donde vive enclaustrada y rodeada de los recuerdos de sus amantes y de su marido muerto.
Aunque el material se presta a jugar con los códigos del género, el ama de llaves es un trasunto claro de la que aparecía en Rebecca, por ejemplo, The Unseeable se aleja radicalmente de las delirantes contorsiones de otras obras de Sasanatieng, como la impagable Las lágrimas del Tigre negro, un filme que se mueve entre Esplendor en la hierba, el Western y Corin Tellado, y se decanta por la sugerencia, el intimismo y el gusto por el detalle en un estilo que huye de pretensiones esteticistas y exageraciones formales. The Unseeable trata, precisamente, de mostrarnos lo invisible y hacernos sentir el cosquilleo de lo terrorífico. Es por esto que el director se recrea en tétricos jardines abandonados, atmósferas lúgubres y opresivas habitaciones envueltas en sombras en las que el súbito vuelo de una cortina o el vaiven de las hojas nos deja entrever un contorno de siluetas humanas moviéndose en silencio. Ni siquiera la protagonista de la historia se libra del implacable espionaje de la cámara, ya que a menudo se nos muestra como una figura observada desde las sombras del jardín o a través de las cortinas de una habitación en sombras. El resultado es un opresivo, bello y fascinante cuento de fantasmas donde las pasiones reprimidas y los deseos ocultos toman la forma de seres invisibles aunque poderosos.
Thriller escatológico
13 Beloved (13 game sayawng, 2006)
Chujiat Sakveerakul
Tailandia
13 Beloved lo tenía casi todo a favor para convertirse en una de las sorpresas del festival. Por una parte, la productora es la misma que firmó la exitosa Ong Bak, está basada en una historia corta de un autor de cómics de prestigio en Tailandia, Ekasit Thairat, y está protagonizada por un famoso cantante y actor nacido en Tailandia y criado en Estados Unidos, Krissada Terrence. Además, la dirige un supuesto joven talento, Chujiat Sakveerakul, que se dió a conocer por una ópera prima de terror, Pisaj.
A este cóctel de irrefutables aires pop y comerciales se suma una historia que quiere unir el thriller psicológico con el humor negro: un oficinista tailandés, el mismo salary man de la nueva iconografía nipona que aparece en tantas obras contemporàneas japonesas, después de perder el trabajo y verse abocado a la miseria, empieza a recibir una serie de extrañas llamadas telefónicas que le ofrecen superar 13 pruebas a cambio de mucho dinero. La historia, aunque nada original, permite muchas lecturas y puntos de vista: la transformación de un apático y aburrido oficinista en una suerte de héroe contemporáneo más allá del bien y del mal, la exploración de los límites de la moral y lo socialmente acceptable, sobretodo cuando hay dinero en juego, e incluso puede analizarse como una critica más o menos clara a los reality-shows. En todo caso, el filme presenta la típica arquitectura de un producto de entretenimiento gamberro, lúcido y atractivo. Pues bien, nada de esto existe en 13 Beloved. El filme, con un guión enclenque y demasiado previsible, naufraga en su propia indefinición. A ratos parece que nos encontramos ante un thriller oscuro y tecnológico, para pasar a la siguiente escena a un comedia facilona de inspiración gore o a un gag que nos hace pensar en Divine y su célebre número escatológico o bien a una película que quiere aleccionarnos sobre la necesidad de escoger entre el bien y el mal para terminar con una vuelta de tuerca que persigue sorprender al espectador, mortalmente aburrido después de dos horas de situaciones absurdas. Sin duda, la peor película del festival.
Atraco a las “tles”
Crazy Stone (Fengkuang de shitou, 2006)
Niang Hao
China
Con el cartel de la película más taquillera en China del 2006, nos llega esta comedia sin demasiadas pretensiones que procura un entretenimiento digno. Ning Hao, rueda en digital y con un presupuesto irrisorio este remake bastardo de La Pantera Rosa que tira del gag de trazo grueso y cierto dinamismo hiperbólico. Persecuciones, malos entendidos y una serie de ladrones que cubren varios escalafones sociales protagonizan este boudevil frenético que huye de la sofistificación de clásicos del robo de guante blanco como Topkapi(1964) para explorar terrenos más próximos al slapstick. Sin desmerecer el conjunto, que sufre ciertos altibajos, el filme ofrece algunos gags espléndidos y un tono desenfadado muy de agradecer. El eslabón perdido entre Atraco a las 3 y El robo de la jojoya parece que tiene su origen en China.
Crazy Stone ha reventado la taquilla conjugando los mimbres de cierto tipo de película de cariz comercial que triunfara por la década de 1970 y el puro cine de evasión. Estamos ante un ejercicio fílmico estimable en tiempos en los que la sofistificación es un grado, y es que Niang Hao procura que el acabado fresco y efesvercente de su filme tenga su origen en una mile¡imétrica planificación formal que magnifica un diseño de producción de lo más austero. Con toda seguridad Crazy Stone sería del agrado de André Hunebelle realizador de Fantômas (1964), y es que el Commissaire Juve (Louis de Funès) se antoja una influencia determinante si tomamos como referencia al jefe de seguridad Bao del filme de Ning Hao.
Éxtasis onírico
Paprika (2006)
Satoshi Kon
Japón
La carta de navegación para arrojarse a la experiencia sensorial que propone Satoshi Kon en este su último filme tras la extraordinária Millenium Actress pertenece a un orden quasi subsconciente. Paprika es un collage de innegable coherencia y trazo superlativo que extrae nuestros miedos individuales y colectivos y los despieza como si de un ritual freudiano se tratase. Terrorífica introspección que saca a pasear nuestros fantasmas de la infancia (vean esa juguetería orgánica cual tropa de las tinieblas o esos territorios pseudogóticos de parques de atracciones abandonados) y con ese tejido tan escalofiantre se nos invita a una experiencia que roza lo psicótico.
Satoshi Kon inflama su discurso metalíngüistico con desvergüenza propia de un genio alucinado que jamás pierde el control. Su pesadilla, bella e irreverente, deslumbra al espectador mediante un preciosismo (barroco y febril) que raramente ha visto el cine de animación en su dilatada historia. Entre Las aventuras oníricas de Randolph Carter de H. P. Lovecraft y Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll se sitúa este relato rabiosamente contestatario, conceptualmente metafísico, que explora las parcelas ocultas de la mente codificando anhelos y culpa mediante extraordinarias ideas iconográficas. Estamos ante una obra maestra sin paliativos, acaso la más manifiesta de la carrera como director de Satoshi Kon.
Depalmiana pirueta formal
Curiosity Kills The Cat (Hao qi hai shi mao, 2006)
Zhang Yibai
Hong Kong
Viendo Curiosity Kills The Cat uno especula si Zhang Yibai se ha empapado de la obra del realizador Brian de Palma con voraz entusiasmo. Esta sospecha, lejos de albergar cualquier de tipo de juicio negativo, es entendida desde estas líneas como una apuesta inteligente que a la sazón se convierte en un dechado de virtudes cinematográficas. La estereotipada misogínia, muy deudora del noir más ortodoxo, que propone el realizador hongkonés es expuesta, ya desde los magníficos títulos de crédito, como un exquisito juego de espejos que deforma la realidad.Como en La ventana indiscreta de HitchcockCuriosity kills the Cat nos pone en el punto de mira de ese objetivo espía. Engañados por la inmediatez, necesitamos observar la escena del crimen desde todos los ángulos posibles, escudriñar el cometido oculto de cada personaje. Zhang Yibai nos muestra con cuentagotas las claves de un perfecto artefacto de suspense al que cierta linealidad no sentaría tan bien como esa estructura fragmentada de la que hace gala. Como en Impacto, hay que mirar con detenimiento, construir desde el escepticismo y si es necesario buscarle los tres pies al gato. Pero la cosa aún va más allá, es tanta la fiebre depalmiana de este filme hongkonés que los más despiertos podrán sorprenderse con guiños explícitos a Carrie, Obsesión, Femme Fatale y evidentemente a la soberbia Doble Cuerpo. Un festín para iniciados.
De samurais y rufianes
Hana (Hana yori no naho,2006)
Hirokazu kore-da
Japón
El principal escollo que encuentra el espectador ante esta meticulosa crónica rural del Japón del siglo XVII es cierta dispersión argumental, acaso por su naturaleza coral, que en ocasiones entra en contradicción con su espíritu detallista y su macerada sofistificación heredada de la tradición cinematográfica japonesa. Hirokazu Kore-da, aborda un registro nuevo para él con este relato de samurais desheredados que malviven en una aldea. Lejos de utilizar para ello el tono sombrío y crepuscular de El Ocaso del Samurai busca la mixtura de otros géneros para nada sujetos a las exigencias del canónico chambara. El realizador japonés concede a sus personajes el estatus de rufianes y supervivientes digno de la tradición picaresca del siglo de Oro en España. Con ello el manto elegante y paciente que sucede las secuencias, con un montaje sin extridencias y de estrema pulcritud naturalista, es audazmente ornamentado por un score sorprendentemente fordiano (a base de violines y banjo) y por cierta canallesca digna del temperamento del realizador de El hombre tranquilo. Es Hana un filme complicado de desmenuzar, de espeso desarrollo pero enorme coherencia interna. A pesar de su excesivo metraje y de ciertas subtramas un tanto inocuas posee este relato fílmico ese poso sereno de las buenas comedias costumbristas que nos regalan esperanza en tiempos difíciles. Ozu y Kurosawa son referentes de cierto peso en este fresco preciosista firmado por Hirokazu Kore-da, especialmente del primero de estos grandes maestros, pues no podemos pasar por alto que Hana recuerda, en ciertos aspectos, a La hierba herrante. En esta oasión podemos afirmar que Hirokazu Kore-eda ha sucumbido ante cierta ambición estilística y, desde luego, no ha dado en la diana con las proporciones mastodónticas de su crónica.
Más información
La crítica de Exiled puede consultarse en el la crónica especial del Festival Internacional de Cine de Cataluña (Sitges 2006).
Entrevista con David Ruiz, director de la muestra (febrero de 2006)