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publicado el 15 de abril de 2008

Pau Roig | A diferencia de Coscarelli, Dante, Landis o Garris, hablar de John Carpenter (nacido en 1948) supone hablar, en mayúsculas, de uno de los más importantes e interesantes directores de la historia del cine fantástico y de terror de los últimos treinta años y, al mismo tiempo, de uno de los cineastas más personales e influyentes en activo del cine norteamericano. Aquejado de problemas de salud e inactivo tras la realización de la fallida Fantasmas de Marte (Ghosts of Mars, 2001), saldada con un sonoro fracaso comercial, El fin del mundo en 35mm. supone la primera realización del director de La noche de Halloween (Halloween, 1978), La niebla (The fog, 1980) y En la boca del miedo (In the mouth of madness, 1994) en prácticamente cinco años, y cuenta con la que seguramente es la historia más contundente y fascinante de la primera temporada de "Masters of horror" (el guión original es de Drew McWeeny y Scott Swan).

El episodio sigue las peripecias de Kirby Sweetman (Norman Reedus), cinéfilo compulsivo de pasado traumático que regenta un cine especializado en filmes de género y de serie B y que dedica su tiempo a encontrar copias de películas para coleccionistas. Su vida cambiará radicalmente cuando un excéntrico millonario, Bellinger (espléndido Udo Kier) le contrate para encontrar un filme maldito, Le fin absolue du monde: todos aquellos que lo han visto o que trabajaron en él han muerto y su estrena mundial, en el Festival de Sitges de principios de la década de los setenta, desembocó en una terrible matanza. Plagado de referencias y homenajes a la historia del cine de terror, desde el primer plano de un póster de Nosferatu, el vampiro (Nosferatu, eine symphonie des grauens, F. W. Murnau, 1922) a la proyección, el cine de Kirby, de Rojo oscuro (Profondo rosso, Dario Argento, 1975), “El fin del mundo en 35mm.” tiene, no obstante, un grave problema de concepción que reside en el choque irresoluble entre lo que se insinúa (no estamos demasiado lejos del horror cósmico de Lovecraft: Le fin absolue du monde es, más que una película, una puerta abierta a la locura, el infierno fílmico) y lo que se muestra, que desgraciadamente es mucho, demasiado. Seguramente siguiendo el guión de McWeeny y Swan demasiado al pie de la letra, Carpenter no juega en ningún momento con la ambigüedad ni siquiera con el fuera de campo, mostrando con todo lujo de detalles no sólo las atrocidades que cometen aquellos que han visto la película maldita –Bellinger acabará enrollando sus intestinos en una máquina de proyección exclamando “He tenido un momento de inspiración, he creado mi propia película”– sino también numerosas escenas de Le fin absolue du monde, un recurso que entorpece más que enriquece la narración: las fantasmagóricas imágenes en blanco y negro de la película firmada por el cineasta maldito Herman Backovic son bastante repetitivas y no transmiten en ningún momento el horror indescriptible que deberían transmitir precisamente porque eso es algo que va más allá de la física y no puede ni debería poder visualizarse. El descenso a los infiernos emprendido por Kirby en busca del filme maldito, por otro lado, es visualizado de manera bastante torpe y exageradamente esquemática: torturado por visiones y alucinaciones relacionadas con el suicidio de su compañera sentimental tiempo atrás (imágenes que adquieren la forma de las marcas de cigarrillo que indican el cambio de rollo de una película a las que hace referencia el título original del episodio), Kirby es poseído por la misma película que está buscando y se ve empujado incluso a asesinar a aquellos que se interponen en su camino sin retorno (caso del bastante ridículo distribuidor mafioso que realiza snuff movies en una especie de fábrica abandonada). La (demasiado) descuidada descripción de los personajes secundarios, especialmente el desquiciado padre de la antigua novia del protagonista, quién no ha superado la muerte de su hija y que está dispuesto a todo no sólo para recuperar los 200.000 dólares que prestó a Kirby para que pudiera quedarse con el cine sino para no dejarlo vivir nunca más en paz, tampoco ayuda a mantener la intensidad y el nivel de interés que respira el capítulo en sus mejores momentos hasta desembocar en un final contundente pero cobarde: los dos personajes contemplan Le fin absolue du monde sin poder apartar los ojos de la pantalla: lejos de mostrar el verdadero infierno, la película maldita les muestra sus demonios personales y los enfrenta con sí mismos, conduciéndolos a una previsible muerte catártica que enterrará para siempre a los fantasmas del pasado.

    D: John Carpenter G: Drew McWeeny y Scott Swan F: Attila Szalay M: Cody Carpenter D.P.: David Fischer E: Patrick McMahon A: Norman Reedus (Kirby), Udo Kier (Bellinger), Gary Hetherington (Walter), Chris Britton (Meyers). Emitido el 16 de diciembre de 2005.


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